Cosa de la vida
 Vivimos en una cultura donde las personas buscan sentirse importantes mediante el reconocimiento o la aprobación de otros. Podemos definir que una persona es genuina cuando se mantiene autentica y fiel a su forma de ser o pensar, pero a veces cambiamos con tal de agradar a otros. Lo hacemos por querer impresionar a alguien o por querer demostrar que somos alguien. Con el tiempo las personas o nosotros mismos nos daremos cuenta que no estamos siendo reales y en ese punto es donde podemos llegar a cansarnos, frustrarnos o quebrantarnos. ¿Porque buscar ser alguien que no somos? ¿Porque enseñar algo que no tenemos? ¿Porque hacer algo que no queremos? Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios, a quienes se les confió la Buena Noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios, no a las personas. Solamente él examina las intenciones de nuestro corazón. (1 Tesalonicenses 2:4) No pretendamos fingir madurez para conseguir algo, tampoco busquemos servir o hacer algo por querer impres...